No es desconocido para nadie que el origen o autoría de las bebidas mezcladas por un cantinero, barman, bartender o mixólogo, aún las más famosas, se pierde en un tiempo inconmensurable siempre en expansión. El martini, el manhattan, el daikirí, el oso negro, el tequila sunrise o el famoso carajillo están envueltos en una especie de olvido esencial: porque lo importante es degustarlos, no hablar de ellos. No obstante, un buen bebedor es no pocas veces un buen conversador, y sabe que como su mezclador de confianza es siempre útil saber cosas sin importancia sobre las cosas importantes, y viceversa. No es que uno quiera alcanzar la efímera gloria por ser "creador" de una combinatoria de esencias, jugos frutales, dulces jarabes y refrescante hielo, pero debo confesar que hace no mucho nos sucedió algo (a Vero y a mí) relativo a estas coincidencias que sólo se dan en una barra, en un bar de hotel, con gente desconocida. Bebíamos, está por demás decirlo, en un All Inclusive d...
Antiblog de Francisco Vásquez, donde se escribe de música, literatura, libros, crítica, museos, viajes y otras displicencias personales.