En los últimos meses han sucedido muchas cosas en el mundo, en el país, en la colonia, en tu casa. Son tantas y de tantos órdenes que tu cabeza ya no sabe dónde almacenarlas, cómo clasificarlas o siquiera dónde apilarlas en lugares menos estorbosos. La televisión, las noticias, los periódicos, las redes sociales (estas benditas redes que no nos dejan ni a sol ni a sombra). Todo conjura para tener la mente confusa y la cabeza volada. Hay por supuesto remedios, aunque sean parciales, para evitar el alud de información y datos que llegan por todas partes. Sin embargo es tal tu miedo que evitas siquiera pensar que puedes abandonarte al espacio blanco de la a-información, de la no-data. Antiguamente (sí, hubo una Antigüedad y una historia más allá de tu pantalla) la ciencia y la crítica, el pensamiento humano, quiero decir, se dio cuenta de que la naturaleza y las labores del hombre se manifiestan de una forma particular que revelan una pulsión (¡qué término más básico!) contra el espac...
Antiblog de Francisco Vásquez, donde se escribe de música, literatura, libros, crítica, museos, viajes y otras displicencias personales.