En los últimos meses han sucedido muchas cosas en el mundo, en el país, en la colonia, en tu casa. Son tantas y de tantos órdenes que tu cabeza ya no sabe dónde almacenarlas, cómo clasificarlas o siquiera dónde apilarlas en lugares menos estorbosos. La televisión, las noticias, los periódicos, las redes sociales (estas benditas redes que no nos dejan ni a sol ni a sombra). Todo conjura para tener la mente confusa y la cabeza volada. Hay por supuesto remedios, aunque sean parciales, para evitar el alud de información y datos que llegan por todas partes. Sin embargo es tal tu miedo que evitas siquiera pensar que puedes abandonarte al espacio blanco de la a-información, de la no-data. Antiguamente (sí, hubo una Antigüedad y una historia más allá de tu pantalla) la ciencia y la crítica, el pensamiento humano, quiero decir, se dio cuenta de que la naturaleza y las labores del hombre se manifiestan de una forma particular que revelan una pulsión (¡qué término más básico!) contra el espacio y el tiempo vacíos. Llenar, verter, redistribuir, completar, añadir, sumar, superponer, tejer, texturizar, conectar son algunas de las tareas que los hombres y las mujeres han hecho de manera sistemática. Son pocas las personas y las sociedades (y durante poco tiempo) las que dominan el arte del vacío, de la incompletitud, de mayor espacio sin algo, de horizonte a la vista, de moral sin propósito práctico y vida sin progreso. Como digo, estas sociedades son y han sido pocas. Anoche, ante la posibilidad de dormir "a pierna suelta" y con cansancio acumulado, decidiste respirar y meditar en el vacío de la media noche: no pensar y mandar al blanco las más obscuras preocupaciones. Durante un tiempo así fue. Poco después vino a tu mente la fórmula barroca "horror vacui" que el barroco histórico, la crítica de arte, los estudios literarios, la ciencia y la filosofía han descrito y delineado sin descanso y que has estudiado y a las que has estado expuesto por periodos prolongados. Horror vacui, horror vacui, una y otra vez, reiteradamente repetía tu mente. (No creo pertinente definirlo en este momento: para quien guste hay libros, tesis, artículos, ensayos, enciclopedias, dosieres, wikipedia, Facebook, Twitter e Instagram lo definen e ilustran una y mil veces). ¿Cuál es tu problema con esta fórmula latina de origen y tiempo incierto? Tal vez ninguno. Pudo ser el mantra que te permitiría conciliar el sueño, ese sueño sin sobresaltos del niño bien alimentado y juguetón que termina su día en la pureza de la salud y el bienestar. Pudo ser y lo fue. Sin embargo, como contraste definitorio de la calma y la duermevela, tu mente trazó parte de estas líneas y de esta línea de pensamiento. Se dijo: "lo que he visto y escuchado que sucede en el mundo, en el país, en la colonia, en la casa son consecuencia de nuestro miedo al vacío. Terror, horror, miedo y espanto; incertidumbre, desasosiego, inquietud, malestar, preocupación; pánico, ansiedad, desazón. Y Todo esto y mucho más se manifiesta en nuestras actitudes ante el miedo original y los medios a nuestro alcance para tratar -infructuosamente- de combatirlo. Por eso, ante la pandemia y el inevitable encierro, buscamos llenar ese vacío que tanto miedo nos provoca. Primero las compras de pánico, luego el acceso a información en las pantallas de todos los tamaños habidos, enseguida la participación con opiniones que llegan de letrados, especialistas, lerdos, ignorantes y fetichistas por igual. ¿Y el trabajo? ¿Y la escuela -¡cómo es que no van a aprender nada en diez semanas y se van a quedar en casa todo el día!-? ¿Y las actividades planeadas con antelación? ¿Y los trámites en curso? ¿Y la visita? ¿Y los niños? ¿Y los ancianos? Luego los análisis de todo tipo, como decía, de politólogos, de historiadores, de los de a favor, de los de en contra, de los de enfrente, de los de atrás... Y lo que fue en un principio información se revela más temprano que tarde en franca mentira y manipulación sin sentido; y surgen palabras y actitudes vinculadas con el oportunismo político, el cinismo político, la imbecilidad política; la guerra de los mercados, el precio del petróleo, la venta barata y compra cara de insumos, las recomendaciones en contra y a favor del virus, el tono apocalíptico usado recientemente en filosofía, el surgimiento de las voces de los filósofos en todo el orbe, Papas sin feligreses, plazas vacías que impactan y dan terror "Urbi et orbi". Entonces, también, con un aparente cambio de actitud, tanto o más molesto que el de los pesimistas, llegan -¿llegamos?- los optimistas con nuestro alud de una oferta proactiva para llenar ese vacío que dejó el no ir al trabajo y el no ir a la escuela y el no ir la partido de futbol o el no ir al bar o al teatro o al cine. Correos, mensajes de Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram con recomendaciones y accesos reiterados a libros, muchos libros (toda esa pila que no has podido devorar desde el 2001), museos en línea, conciertos en streaming, la cartelera completa de series y películas de y en Netflix, Amazon, HBO, de narcos, de pintores, de músicos, de comida -mucha comida-; de tutoriales, de cursos, de manualidades para pintar, hacer música, hacer y subir videos; comenzar esa maestría en línea, ese diplomado en Coursera, es curso de Historia del arte, esa técnica milenaria de plantar un limonero en una maceta gracias a Pinterest, o escribir por fin ese artículo en tu blog que puede comenzar "En los últimos meses han sucedido muchas cosas en el mundo, en el país, en la colonia, en tu casa."" Salvo tu mejor opinión (es sólo una cortesía, no una declaración moral), esto es, más que una actitud positiva o negativa ante la pandemia y su consecuente encierro domiciliario (mejor que confinamiento), una reacción y sobrerreacción ante lo desconocido (el virus) y los conocidos tomadores de decisiones (los políticos y funcionarios involuntariamente lanzados al ruedo, no por eso menos dañinos); pero sobre todo, me temo, es ese horror atávico al vacío, ese horror vacui que revela tu imagen que devuelve el espejo todos los días.
De la imagen: "Uno", La Emperatrix, trazo digital, 2020.
@emperatrix07
Paco Vásquez
@asiriax De la imagen: "Uno", La Emperatrix, trazo digital, 2020.
@emperatrix07
Cómo no pensar, reflexionar, si de pronto se nos vino lo imposible, esa expresión "no te preocupes, el cielo aún no se cae", finalmente tuvo sentido: se cayó. Y aparece el miedo pánico, el terror. Ahora pienso que si el ser ama permanecer, amamos el ser, la vida; pero en algún momento el ser será el no ser y creo, entonces, que también amaremos el no ser y nos horrorizará el ser. The others.
ResponderEliminarComo la piedra, que eternamente quieres ser piedra. A decir de Borges.
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